sábado, 9 de abril de 2011





Acabo de regresar de un viaje de cuatro días por la inmensidad y majestuosidad de la selva en el marco del proyecto Fondo Rotativo Escolar de la institución donde laboro; entregamos un capital semilla a nueve instituciones educativas de diversas comunidades Pangoa, Mazamari y Satipo, con la finalidad de que éstos otorguen micro créditos a los niños, niñas y adolescentes en situación de deserción y exclusión escolar. Se trata de un proyecto que desde un inicio despertó en mi gran curiosidad e interés.






Llegué a comunidades alejadas de la ciudad de Satipo, como Campirushari y Alto Villa Victoria, ambos a aproximadamente una hora y media de viaje a través de espesura de la selva. Para llegar a la primera ciudad hay que recorrer a través de una serpenteante carretera, rodeado de inmensos sembríos de café, plátanos, piña, yuca, naranjas, etc... la comunidad se encuentra ubicada en un pequeño valle verde, cuenta con una escuela y un colegio, ahora ambas instituciones cuentan con un fondo rotativo. Para llegar a la comunidad de Alto Villa Victoria, se tiene que seguir un camino afirmado muy angosto y con mucha pendiente, pero a la vez muy hermoso, desde donde se puede apreciar todo el valle. 





En el camino a ambas comunidades se puede apreciar que la gente sobrevive de la agricultura, temporalmente   obtiene ingresos económicos a través de la venta de sus productos. La pobreza y la extrema pobreza se puede apreciar claramente; a través del proyecto Fondo Rotativo Escolar pretendemos contribuir a que ésto se reduzca y la población pueda generar diversos proyectos productivos y generar mayores ingresos.

En tiempos en que las cifras macro económicas del país se muestran positivas... puedo afirmar que lo hecho hasta ahora es insuficiente, falta mucho por hacer; existen muchas comunidades olvidadas, encerradas y atrapadas en el tiempo.


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