Algunos días después, ya más calmado y después de bastante análisis, sobre el percance que tuvimos Anita, Romina, Sergio y yo en una comunidad nativa del distrito de Pangoa en la selva central, puedo decir que: La ignorancia de las comunidades y la ambición de algunas está originando que dos pueblos hermanos se encuentren en medio de un conflicto que ya ha llegado a extremos.
Eran aproximadamente las 4:30 de la tarde, regresábamos de visitar las instituciones educativas de Santa Cruz de Anapati, ubicada a 3 horas y media del distrito de Pangoa; ingresamos a una plaza amplia, había mucha gente, casi todos vestidos con sus trajes típicos; por un lado un grupo acerraba madera, al medio las nativas jugando vóley, en una esquina un grupo de varones al parecer dirigentes hablaban. Al ingresar a la plaza preguntamos por la ubicación de la escuela y colegio de la comunidad, en ese momento el grupo de varones nos piden que nos acerquemos al otro lado de la plaza, a lo cual accedimos inocentemente.
Al llegar al lugar donde se encontraba al grupo, notamos de inmediato que habría problemas, nos pidieron sin siquiera saludarnos los documentos de identidad, al cual sorprendidos accedimos, pues nunca antes nos habían hecho tal requerimiento con excepción de algunas autoridades. Junto a nosotros, como guía iba Sergio, un buen amigo de origen Wanka, que por esas cosas de la vida había llegado a radicar a Mazamari, el domicilio que figuraba en su documento era en Mazamari, grosso error; pues una vez que los nativos revisaron los documentos, preguntaron por Sergio, ¿Sergio? ¿Quién es Sergio?, que venga Sergio, dijeron.
En ese momento nos preocupamos, pues desde hace algún tiempo los distritos de Mazamari y Pangoa se disputan un territorio; según tenemos entendido, legalmente el territorio le pertenece al distrito de Mazamari, pero geográficamente el territorio en disputa tiene más acceso a Pangoa, es más, las autoridades del distrito de Pangoa construyeron, escuelas, colegios, locales comunales, mantenimiento de carreteras, etc. En gran parte del territorio en disputa.
Sergio salió de la camioneta hacia el grupo que lo llamaba, comenzaron a interrogarlo, no logramos escuchar de que hablaban, justo en eso unos tres nativos robustos comenzaron a interrogarnos, nos pidieron permiso para trabajar en la zona (Nunca antes habíamos escuchado ese requerimiento), felizmente estábamos uniformados; comenzaron a revisar las cosas que teníamos en la unidad, les mostramos nuestros materiales de trabajo, les explicamos que queríamos hablar con las autoridades y los docentes, pero nadie nos escuchaba, sólo les interesaba revisar que llevábamos en el vehículo; justo ahí se apareció una profesora, que al comentarle que veníamos de la ONG Arguedianos nos reconoció y lo único que dijo es vuelvan con algún permiso para trabajar en la zona y se retiró, no fue capaz de explicar quiénes éramos.
Una vez que nos interrogaron, los nativos se unieron al grupo que interrogaba a Sergio, nosotros como anticipándonos a que este problema llegaría lejos, nos movimos con la unidad hasta el otro extremo de la plaza en la carretera principal para esperar a Sergio y salir de ese lugar. Luego de unos 10 minutos de espera, vemos que toda la gente que estaba en la plaza jugando, trabajando y hasta de sus casas se movía hacia la esquina donde interrogaban a Sergio; nos preocupamos, ya todo se había complicado, pensábamos en salir e ir al encuentro de Sergio, pues teníamos que hacer entender a toda esa gente que él sólo era nuestro guía; pero mientras pensábamos se nos acerca un robusto nativo con su traje típico y en forma prepotente y soberbia nos grita, ¡Váyanse! Su amigo se queda detenido, ustedes han tenido suerte, la gente no salí así nomás de esta comunidad, ese comentario fue terrorífico, nos pasaba todo por la mente; justo ahí aparece otra persona, que según investigamos resultó ser el jefe de la comunidad y un poco más diplomático nos explica que Sergio se quedará detenido en la comunidad por ser Mazamarino ¿Dónde se ha visto eso?, en ese momento explicamos cual es nuestro trabajo y lo que buscamos, no nos creyó y se puso terco. Él nos explica que ningún Mazamarino puede andar por ahí, que están en problemas por territorios con ellos y nosotros insistimos en el trabajo que hacemos, pero de nada sirvió. Nos pidieron documentos firmados con Pangoa, felizmente nosotros trabajamos varios proyectos con Pangoa, “Desarrollo de capacidades con enfoque de género” y “Fondo Rotativo Escolar”, dijeron traigan los documentos mañana y se llevan a su amigo, fue terrorífico, nunca antes habíamos vivido algo así, que priven de su libertad a alguien.
Nuestro temor fue, que pasará con Sergio, ¿Lo golpearán?, ¿Lo matarán?, todo pasaba por nuestras mentes.
Salimos de la comunidad raudamente; me percaté por el espejo retrovisor que tras nuestro había un motociclista que nos escoltaba… nos preguntamos ¿Está armado? ¿Qué pretende?; aceleramos la marcha, buscando algún lugar que haya señal celular para comunicar lo sucedido. Ya cerca de Pangoa, logramos avisar a Mazamari lo sucedido, ellos nos indicaron que hacer. Una vez que llegamos a Pangoa nos dirigimos a la comisaría para denunciar el hecho, fuimos atendidos correctamente, se comprometieron a ayudarnos y a rescatar a nuestro amigo; ya era algo tarde, decidimos ir a Mazamari y comunicar lo sucedido, así lo hicimos. Todo mundo estaba preocupado, por nuestras mentes pasaba de todo, durante el retorno a Satipo nadie hablaba y sólo pensábamos, pues que pasaría al día siguiente, que pasaría con Sergio. Ya habíamos coordinado con la policía y el ejército, ellos nos acompañarían a rescatar a Sergio, eso nos preocupaba.
Ya muy tarde entrábamos a Satipo y Anita recibe una llamada que nos devolvió el alma al cuerpo, Sergio estaba siendo traido a Pangoa, gritamos de alegría; recogimos unos documentos para demostrar nuestra relación con Pangoa y emprendimos el retorno para recoger a Sergio. A medio camino Anita recibe otra llamada, esta vez confirmaron que Sergio ya estaba en la comisaria esperándonos, creo que notaron nuestra angustia y nos pasaron con él, estaba sano y salvo, nos sentimos muy contentos.
Llegamos a Pangoa y él estaba ahí sentado en una banca, todavía asustado, fue muy grato reencontrarnos con nuestro amigo.
Nada hubiera pasado si las autoridades que comandan esos lugares comprendieran que, todos forman parte de un territorio, son satipeños, hermanos… pero lamentablemente la ambición de aquellas personas, que por obtener más recursos y beneficios hacen que dos pueblos se peleen sin sentido. Las autoridades locales adiestran a los dirigentes comunales, se aprovechan de su ignorancia y desconocimiento; lamentablemente fuimos víctimas de problemas ajenos, no pensamos volver a esa zona; ofrecimos ayuda y nos maltrataron, ¿Qué más podemos hacer?.